Su Origen

El origen de la Chaya se remonta a la época en que en los valles y quebradas de la región vivían los aborígenes diaguitas. Cada año las tribus agradecían a la Pachamama (la Madre Tierra) las bondades recibidas y la fructífera cosecha, principalmente del algarrobo, el árbol más importante de la economía y la tradición diaguita. La leyenda cuenta que en una de las tribus vivía una bella jovencita india llamada Challai (Chaya), que era tan hermosa que los diaguitas creían que era un homenaje vivo de la Madre Tierra.
Algunos expertos señalan que Chaya se enaoró de un joven colono que pasaba junto a su familia por esos parajes. otros aseguran que la joven se enamoró de Pujllay, un joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los sentimientos de la hermosa indiecita. De cualquier manera, el amor entre ellos no se concretó, ya sea por no ser aceptada por la familia del jovn colono o por no ser correspondido el amor de Chaya por Pujllay.

La niña, desengañada, huyó a las montañas a llorar sus penas y desventuras amorosas, y fue tan alto a llorar que cuando su tribu, que la estaba buscando, la vio en una quebrada, Chaya se convirtió en nube y ascendió a los cerros. Pero la leyenda va más allá y dice que cada febrero vuelve convertida en rocío, del brazo de la diosa Luna (Quilla), para endulzar las flores del cardón, como una lágrima derramada por su amor perdido. En tanto Pujllay sabiéndose culpable de la desaparición de Chaya, sintió remordimiento y procedió a buscarla por toda la montaña sin tener éxito. De esta manera, Pujllay, con su corazón partido y derrotado por no haber podido encontrar a la joven india, terminó ahogando en chicha su soledad, hasta que luego, ya ebrio, cae en un fogón donde muere.

Esta leyenda da el nombre de Chaya a la fiesta y deja como personaje principal a Pujllay, que en la actualidad se representa con un muñeco escuálido que preside la celebración desde su desentierro, al inicio de la Chaya, hasta su entierro o quema, que marca el último día de la fiesta.

La tradición popular rescató a estos personajes y en sus vocablos se demuestra el sentido de esta fiesta: Ch'aya (en quichua: "Agua de rocío") es símbolo de la perdurable espara de la nube y de la búsqueda ancestral del agua ( algo que no abunda en La Rioja y es vital); y Pujllay, que significa: "jugar, alegrarse", quién para los días de carnavales vive tres días hasta que es enterrado hasta el próximo año.